Martha Irene Venegas Trujillo

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Presidenta de Fematur Jalisco, creadora de la Ruta del Tequila

Forjó la Ruta del Tequila y recorrió el camino del perdón

Hay mujeres cuya historia no se cuenta, se siente. Martha Irene Venegas Trujillo es una de ellas. Sin un título universitario pero con una vocación incansable por servir, construir y transformar, ha ocupado cargos de liderazgo que han marcado el rumbo del turismo.
Preside la Federación Mexicana de Asociaciones Turísticas (Fematur) en Jalisco, y ha sido pionera en el desarrollo de destinos que promueven la identidad mexicana y la riqueza cultural, entre ellas, la emblemática Ruta del Tequila. Pero aparte del reconocimiento profesional, hay una historia de maternidad marcada por el amor, la pérdida y la fuerza de seguir adelante.
Detrás de la mujer profesional y estratega está también una madre cuya vida fue marcada por la pérdida más dolorosa: la muerte de su hijo. “Hoy puedo platicarlo, después de varios años, pero si regresara el tiempo, quizá no tendría las palabras para expresar el sentimiento”, admite.

Éxito basado en el talento
Presidenta de Fematur Jalisco, Martha Venegas se ha dedicado por más de 35 años al desarrollo estratégico del turismo. Ha impulsado proyectos que fortalecen la identidad cultural y dinamizan la economía de distintas regiones. Entre sus logros está la creación de la Ruta del Tequila, un modelo pionero de desarrollo turístico en México que hoy se reconoce en todo el mundo.
“Este logro me abrió las puertas para colaborar como consultora en países como Colombia, Chile, Panamá, Honduras, Costa Rica y Paraguay, donde he podido compartir mi experiencia y promover el turismo sostenible”, comparte con orgullo.
Actualmente también asesora la Ruta del Mariachi en Cocula, Jalisco, reafirmando su compromiso con las tradiciones mexicanas y la promoción de destinos culturales.

Trabajo en lugar de títulos
“Tuve que dejar la universidad para trabajar. No tengo un título profesional, pero tengo una vida llena de experiencia”, confiesa Martha. Lejos de limitarla, esta circunstancia le permitió desarrollarse en múltiples áreas. “Cada proyecto en el que me han dado la confianza ha terminado siendo exitoso”, indica.
Su primera oportunidad en el mundo del turismo vino de la mano de Daniel Chávez Mora, fundador de Vidanta. Estuvo con él siete años, y después recibió la invitación para participar en otro proyecto de gran importancia para Jalisco, que involucraba al Banco Interamericano de Desarrollo, el Consejo Regulador del Tequila y la Fundación Beckmann. Ahí inició el camino que la llevaría a construir proyectos de alto impacto, como la emblemática Ruta del Tequila. “Fue un trabajo arduo, que requirió articular a municipios, capacitar a prestadores de servicios, diseñar productos turísticos y crear una oferta integral que mostrara lo mejor de nuestra tierra.” Hoy, ese corredor, que abarca Tequila, Amatitán, Magdalena, Teuchitlán y otros municipios, es reconocido como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO y figura entre los mejores del mundo.

La maternidad como liderazgo
Para Martha, el liderazgo no solo se ejerce en juntas o proyectos: también se vive en casa. “Ser madre es el acto de amor más profundo y una de las mayores responsabilidades. Es formar personas que puedan perseguir sus sueños y sean un aporte para el mundo.”
Nada la preparó para la pérdida más devastadora: “La muerte de mi hijo Ricardo a sus 22 años, causada por un conductor ebrio, fue el peor golpe en mi vida. No existen palabras que puedan describir el vacío y el dolor de esa pérdida”.
Aquel momento de intenso dolor, que amenazaba con consumirla, no la venció. Al contrario, la fortaleció. “Me llena de orgullo ver cómo mi hija Estefanía enfrenta la vida con seguridad, valentía y convicción, con la fortaleza que pude transmitirle… Me emociona saber que ese legado ya está alcanzando a mi nieta Regina, quien a sus 13 años demuestra una personalidad firme y un potencial que la perfila para ser una mujer exitosa y decidida”.

Otra ruta que también construyó
En memoria de su hijo, Martha optó por explorar el camino del perdón, lejos de la venganza. Canalizó su duelo en acción, impulsando reformas legales y programas de concienciación sobre la importancia de no combinar el alcohol y el volante.
La ausencia de su hijo le confirmó que el amor de una madre es eterno. “Trasciende el tiempo y las circunstancias. El mejor homenaje que puedo rendirle es trabajar incansablemente para que ninguna otra familia pase por el sufrimiento que vivimos.” Hoy Martha está convencida de que su hijo y ella tenían una misión: salvar vidas. “Por eso quiero que su legado trascienda para que Ricardo nunca sea olvidado.”
La historia de Martha es la muestra de que el dolor puede transformarse en esperanza, que la maternidad es una forma profunda de liderazgo, y que las mujeres, con o sin título, pueden mover al mundo con su pasión, su visión y su corazón.

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