septiembre 13, 2025

Del Quinta Real a la filosofía urbana: la travesía creativa de Ricardo Elías

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RICARDO ELIAS-08

En una galería de Guadalajara, entre fotografías que dialogan con frases propias, Ricardo Elías celebra una transformación extraordinaria: la del arquitecto empresario que revolucionó la hotelería mexicana al filósofo urbano que cada semana reflexiona desde las páginas de Mural. Su historia es la de un hombre que nunca dejó de construir, aunque cambió los ladrillos por las palabras y las estructuras por las ideas. Por Pablo Latapí

Los cimientos de una visión
“Empecé a trabajar desde los 15 años”, recuerda Ricardo con la naturalidad de quien nunca dudó de su camino. Era dibujante en agencias de publicidad y oficinas de ingenieros mientras cursaba la preparatoria. La arquitectura no fue una elección, fue una certeza que se reveló entre lápices y el restirador. “Me gustaba dibujar, era creativo, hábil para las artes gráficas”, explica, y esa habilidad temprana se convirtió en el primer trazo de una carrera que trascendió los planos y las maquetas.
El joven arquitecto tapatío comenzó como todos: “Haciendo parches, remodelando cosas”, hasta que en 1980 una crisis económica cambió su perspectiva para siempre. “Decidí que ya no quería depender de clientes, que no podía poner mi vida en manos de terceras personas.” Esa epifanía lo llevó a comprar terrenos, construir casas para vender y convertir su carrera en lo que él llama “una versión empresarial de la arquitectura”.

El nacimiento de una revolución hotelera
La historia del Quinta Real nació de una casualidad que se volvió destino. Un grupo de inversionistas buscaba arquitectos para un hotel “con características mexicanas” en Guadalajara. El despacho Elías y Elías, ubicado en la calle São Paulo, en una oficina de techos de teja y muros de ladrillo aparente, parecía la elección natural. “En el curso de las negociaciones del proyecto y la construcción, acabamos siendo socios”, confiesa Ricardo con una sonrisa que sugiere que el destino a veces llega disfrazado de oportunidad de negocio. Lo que siguió fue la creación del primer hotel boutique de México con personalidad propia, un concepto para el que las grandes cadenas hoteleras auguraban fracaso. “Los hoteleros profesionales decían que los hoteles de menos de doscientos cuartos no eran rentables”, recuerda. “Lo que hicimos probó lo contrario”. El pequeño hotel personalizado no solo funcionó, sino que estableció un nuevo paradigma: la hotelería podía ser íntima, refinada y rentable al mismo tiempo.

La plaza de toros que se volvió hotel
El segundo capítulo de la saga llegó con una propuesta que parecía imposible. Genaro Borrego, entonces gobernador de Zacatecas, les planteó un reto: “Quiero hacer un hotel igualito al Quinta Real de Guadalajara, en Zacatecas”. El problema era que Zacatecas vivía un círculo vicioso: “Nadie hacía hoteles porque nadie iba a Zacatecas, y nadie iba a Zacatecas porque no había hoteles”.
Borrego les ofreció cualquier propiedad de la ciudad, “excepto dos: la catedral y el Palacio de Gobierno”. Entre las opciones apareció una plaza de toros del siglo XVIII, la segunda más antigua de América, protegida por la Junta de Monumentos Coloniales, pero con bajo valor inmobiliario. “Con visión de arquitecto, vimos cómo podíamos desarrollar un proyecto conservando la plaza”, explica Ricardo. La solución fue genial: los cuartos, en los antiguos corrales; la plaza, convertida en lobby y áreas públicas, y el ruedo como espacio para eventos. “Así lo imaginamos, así lo concebimos y así logramos hacerlo.”

La metamorfosis del escritor
Pero la vida de Ricardo Elías estaba destinada a otra transformación. En 1998, cuando nació el periódico Mural en Guadalajara, lo invitaron a ser columnista. Su primera reacción fue de perplejidad: “¿Por qué me invitan a mí a escribir, si yo no soy escritor?”. La respuesta que recibió cambió su percepción para siempre: “Te están invitando a escribir no por cómo escribes, sino por lo que tienes que decir”. En ese momento decidió que no escribiría como arquitecto profesional, sino como ciudadano. “Entre los más de mil artículos que he escrito en estos 26 años, solo dos o tres han sido sobre arquitectura”, dice convencido.
“Escribir sobre cualquier tema, sobre todo si es controversial, obliga a tomar posición”, reflexiona Ricardo. “No se puede escribir en medio de ambigüedades o evasión de la opinión”. Esa exigencia de claridad, de asumir posturas públicas sobre temas complejos, se convirtió en un ejercicio de construcción personal. “Es mucho más difícil asumir una posición de manera pública que en privado”, explica. “En una columna, ahí queda escrito, no hay duda de lo que dije o lo que pienso”. Esa disciplina semanal durante más de dos décadas construyó un legado periodístico, y forjó el carácter del hombre.

De las frases a las fotografías
Hace dos décadas, Ricardo comenzó a cerrar cada columna con una frase propia, “una síntesis o corolario del tema que estaba tratando”. Esas más de cuatrocientas frases, “agudas, incisivas, mordaces” reposaban en su computadora hasta que decidió darles vida visual. “Tenía el título y no tenía la obra”, explica sobre el proceso creativo que lo llevó a colaborar con el fotógrafo Cuitláhuac Correa. “Yo hice la representación visual conceptual, y él ejecutó mis instrucciones”. El resultado es un libro-objeto donde cada frase dialoga con una imagen abstracta, creando lo que Ricardo llama “arte reflexivo”.
En la galería, rodeado de sus fotografías conceptuales y con el libro Yo entre las manos, Ricardo experimenta algo inusual para alguien que predica la “insatisfacción permanente” como motor del progreso. “Hay un nivel de satisfacción que pocas veces he tenido”, admite. “El objetivo era que las imágenes sirvieran para producir emociones”, explica sobre la exposición. “Cada persona a quien muestro el libro lo ve, lo lee, y lo que se genera me produce emoción y satisfacción. En ese sentido, misión cumplida”.
La travesía de Ricardo Elías es la historia de un hombre que nunca dejó de construir, pero amplió su concepto de arquitectura hasta incluir ideas, palabras e imágenes. Del empresario que revolucionó la hotelería boutique al filósofo que reflexiona sobre la vida cotidiana, su legado trasciende los edificios para habitar en el pensamiento.

Como él mismo podría decir en una de sus frases agudas: “La verdadera arquitectura no solo construye espacios, construye conciencias”.

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