Octavio Ruvalcaba Carrillo, viajar y soñar en grande, una forma de transformar vidas

Fundador de La Vida en Viajes
Hoy, las personas buscan mucho más que conocer nuevos lugares: quieren sentir, conectar, vivir algo que cambie su perspectiva. La experiencia turística dejó de ser un simple paseo para convertirse en una herramienta de transformación personal. El turismo actual está ligado con las emociones: el momento único, la historia que se lleva en el corazón más que en la cámara. Por Gabriela Chávez, Fotos José Topete
Gonzalo Ruvalcaba es emprendedor y consultor certificado por el Instituto Proctor Gallagher, firma canadiense creadora de una metodología diseñada para ayudar a las personas a alcanzar su máximo potencial y vivir la vida de sus sueños. Gracias a su transformación personal, logró convertir su pasión por los viajes en una empresa de éxito.
La experiencia vale más que mil postales
Para el fundador de la agencia La Vida en Viajes, una buena travesía no se mide en kilómetros, sino en la profundidad del recuerdo. “Cuando una persona viaja con intención, lo que descubre no está solo allá afuera. También descubre cosas dentro de sí”, afirma. Su enfoque empresarial se basa en crear viajes que despierten algo más que asombro: que provoquen reflexión, crecimiento y conexión humana.
Las mejores experiencias turísticas son aquellas que rompen la rutina del visitante, lo sacan de lo conocido y lo invitan a mirar el mundo con nuevos ojos. Ya sea explorando una ciudad antigua, conviviendo con una comunidad local o viendo un amanecer desde otro continente, lo importante es lo que eso deja sembrado dentro de cada persona.
El turismo como camino hacia uno mismo
Viajar es moverse, pero también es detenerse a pensar. Hay quienes regresan distintos después de un viaje, no porque cambiaron de ropa o de idioma, sino porque algo cambió por dentro. Eso es lo que convierte una visita en una experiencia transformadora, afirma el empresario.
Desde su óptica como consultor en desarrollo personal, Gonzalo ha integrado herramientas de autoconocimiento en su trabajo turístico. Su agencia no planea itinerarios: propone rutas de vida. Al unir ambos mundos —el del viaje exterior y el del viaje interior—, encontró una forma única de impactar en las personas. “Una experiencia turística bien diseñada puede ayudar a romper creencias, abrir horizontes mentales y emocionales. No es lo mismo viajar para descansar que viajar para crecer”, explica. En su propuesta, cada destino es una oportunidad para descubrir quiénes somos, qué queremos y hacia dónde vamos.
“Para ser un buen líder, primero hay que ser un buen seguidor. Es necesario dejarse guiar y aprender del líder cuyos valores están alineados con nuestro propósito. Convertirse en líder es consecuencia de actuar con coherencia y asumir responsabilidad de los propios actos. Por eso, las personas eligen seguir a individuos en quienes reconocen estas cualidades.”
Momentos que quedan para siempre
En un mundo saturado de información y opciones, lo que hace especial a una experiencia turística es la intención con que se crea. No se trata de seguir una guía rígida, sino de diseñar momentos con sentido, experiencias que conecten al viajero con la cultura, la historia y, sobre todo, consigo mismo.
Gonzalo entiende que el verdadero valor de su agencia no está en los destinos que ofrece, sino en la forma como se viven. Por eso cuida hasta el menor detalle: desde la planeación y la atención personalizada hasta el acompañamiento durante el viaje. Su objetivo es que cada turista sienta que lo que vivió no fue un producto más, sino un capítulo significativo en su vida. “Cuando un cliente regresa de un viaje y dice que cambió algo dentro de sí, entonces sabemos que hicimos bien nuestro trabajo”, comenta. Es ahí donde el turismo deja de ser industria para convertirse en misión, asegura Ruvalcaba.
De lo externo a lo interno: un cambio de mirada
Gonzalo recuerda que comenzó a viajar a los 13 años gracias al futbol. Su habilidad deportiva le permitió obtener becas en instituciones educativas privadas y participar en diversos torneos. Pero fue la adversidad la que le enseñó las mejores lecciones: una lesión lo alejó de las canchas, y un fraude que afectó gravemente el patrimonio de sus padres lo llevó a buscar empleo en ventas. Esos momentos difíciles se convirtieron en los peldaños necesarios para cumplir su sueño de emprender y hacer de los viajes a Europa una de sus especialidades.
Para Gonzalo, todo viaje significativo lleva de regreso a uno mismo. “Puedes ir al otro lado del mundo, pero si no llevas apertura en el alma, te perderás lo mejor del viaje”, asegura. Por eso, en sus propuestas no solo importa el destino, sino el propósito detrás del viaje. Cuando el turista se convierte en explorador de sí mismo, el valor de la experiencia se multiplica. “El viaje ya no se trata solo de pasarla bien, sino de aprender algo, de integrar nuevas ideas, de regresar a casa con más de lo que llevaste”, indica.
Turismo con sentido
El turismo del futuro no se define por el lujo, sino por el sentido. Cada vez más personas buscan experiencias auténticas, que los conecten con la historia local, la naturaleza o las tradiciones de un lugar. Buscan sentirse parte de algo. Y eso es lo que diferencia a un viaje turístico de una experiencia transformadora.
Gonzalo lo ha visto en su propia trayectoria. Desde que fundó su empresa, ha trabajado con la idea de que cada viaje debe tener una intención clara. “No basta con ir y volver. Hay que sentir que uno se llevó algo importante… algo que no se compra en ninguna tienda”, dice. Para él, el verdadero souvenir es el cambio interior que cada persona se lleva en el alma después de viajar.