3 Marcela M

Directora de Asuntos Públicos y Regulatorios de Ingredion México y Centroamérica

Mamá y negociadora de la industria del maíz

“Un líder no puede dar cabida a la improvisación, y debe prepararse para cumplir sus responsabilidades. Debe dar muestras de puntualidad, aprovechar sus ventajas y trabajar para aprender a compensar sus debilidades.”

Marcela Martínez Pichardo es pionera en una de las industrias más importantes del país, la de almidones e ingredientes para la fabricación de alimentos y bebidas. Pero también es una madre dedicada y una mujer que ha sabido construir su liderazgo desde la empatía, la disciplina y la convicción de que el esfuerzo colectivo puede cambiar realidades.
Hoy ocupa la Dirección de Asuntos Públicos y Regulatorios de Ingredion México y Centroamérica, y ha sido la única mujer en presidir la Cámara Nacional del Maíz Industrializado (CANAMI), llevando con orgullo la voz de la industria del maíz a foros de alto nivel en México, Estados Unidos y Canadá. Su propósito: contribuir a un mundo más sostenible y justo, desde el campo hasta la mesa.
Su nombre ha figurado en la lista de las 100 mujeres más poderosas de los negocios de Expansión por tres años consecutivos. Y aunque su perseverancia le ha permitido transitar con éxito de la administración pública al ámbito corporativo, Marcela ha aprendido a lidiar con la presión del trabajo sin perder su esencia, ni su rol más valioso: el de mamá.

De los programas sociales al sector privado
Su capacidad de ver todos los aspectos de una situación o un problema, gracias a su formación como abogada, le permite analizar cualquier asunto con una visión de 360 grados. Marcela habla con calma, pero con firmeza. Y esa visión integral es, sin duda, una de las cualidades que la han llevado a sobresalir en una industria dominada históricamente por hombres. “Me gusta encontrar el cómo sí se pueden hacer las cosas”, apunta.
La trayectoria profesional de Marcela se inició en el Instituto Mexiquense de las Mujeres, cuando hablar de género no era tema común en las agendas. Ahí desarrolló una sensibilidad especial: “Estar en el campo, en las comunidades, en las escuelas, me permitió entender que muchas veces lo único que se puede ofrecer es conocimiento y orientación”.
Más adelante, desde la Secretaría de Finanzas, comprendió la importancia de los procesos, la normatividad y las regulaciones. Esa experiencia, en conjunto, era el principal activo en su caja de herramientas cuando ingresó a Ingredion. “El paso al sector privado fue duro. La industria tiene otra velocidad. Yo tenía el conocimiento y la sensibilidad, pero no la agilidad. Tuve que adaptarme con rapidez”, refiere.

Aprendizaje y liderazgo
Marcela comenzó como analista de Ingredion, firma impulsada por el empresario jalisciense Ignacio Aranguren Castiello tras la fusión de Arancia CPS con la estadounidense Corn Products International. Pronto escaló posiciones hasta convertirse en gerente, y luego en directora. En su andar, agradece profundamente a quienes creyeron en ella; especialmente a su jefe, quien la retaba a estar informada desde temprano. “Él llegaba antes que nadie y había leído todos los periódicos. Yo debía llegar bien informada, y aprendí que no hay espacio para la improvisación”.
“Si mi debilidad son los números, los apunto. Pero si tengo la virtud de recordar rostros, la aprovecho. Por eso saludo por su nombre al mesero que me atiende. Todo cuenta cuando se trata de conectar con las personas”, asegura.

Confianza en los hijos
Marcela se emociona al hablar de su madre: una mujer que, tras quedar huérfana, se convirtió en madre de sus hermanos y nunca tuvo la oportunidad de estudiar. “No podía ayudarme con mis tareas, pero eso me hizo buscar soluciones por mí misma y me convertí en alguien comprometida con aprender y salir adelante.”
Hoy, con dos hijos y una carrera demandante, Marcela reconoce que el equilibrio entre ser mamá y ejecutiva no es fácil. “Soy una mamá exigente, pero consciente. Si mis hijos sacan un 7, lo celebro porque es su esfuerzo. No estoy ahí todo el tiempo, pero sí trato de darles calidad.” Procura que su hogar funcione siempre como un engranaje. “Mi esposo es abogado independiente, y juntos hacemos un gran equipo. Nos organizamos para que todos podamos estar bien y cada quién cumpla su responsabilidad.”

Las mamás deben construir redes
Una de las mayores lecciones que Marcela ha recibido es que no hay que intentar hacerlo todo sola. “Necesitamos una red de apoyo. No siempre podemos ser supermamás y está bien pedir ayuda.” Para ella, las mujeres minimizan con frecuencia lo que hacen, cuando en realidad están transformando el mundo desde su trinchera. “Debemos ser conscientes de todo lo que somos capaces. Y lo digo siempre: juntas somos y hacemos más.”
Marcela Martínez es, sin duda, una mujer que inspira. Su voz ha puesto a México en el mapa global del maíz, y con ella también enseña a sus hijos y al mundo que el verdadero liderazgo se construye con humildad, esfuerzo y confianza en los demás.

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