Tepeaca, tierra de historia y fe

Su nombre en náhuatl significa “principio de los cerros” o “punta del cerro”. Fue fundada por Hernán Cortés bajo el nombre de Villa Segura de la Frontera, y el 4 de septiembre de 2025 se cumplirán 505 años de su establecimiento. Es el segundo municipio más antiguo de todo México, después de la antigua Veracruz.
Los más de 80 mil habitantes de Tepeaca se distribuyen en 21 comunidades y una cabecera municipal, ubicada a solo 20 minutos de la ciudad de Puebla, interconectada por la autopista México-Veracruz o por la carretera federal Puebla-Tehuacán, en el kilómetro 35.
Entre los monumentos históricos más representativos del municipio se encuentran el Exconvento de San Francisco de Asís, el Rollo (Torre del Reloj), la Casa de Cortés, la Ex Colecturía del Diezmo, la Casa de los Virreyes y la Parroquia del Niño Doctor.
En la gastronomía de Tepeaca destacan diversos platillos tradicionales, como el famoso chicharrón carnudo, carnitas, cueritos, barbacoa, cecina y cemitas. No puede dejar de mencionarse el néctar de los dioses: el pulque de Tlachique, con sus deliciosos curados de frutas, elaborados artesanalmente en la comunidad de San Pedro La Joya.
En cuanto a su riqueza natural, Tepeaca ha sido bendecida con yacimientos de mármol, ónix y travertino, que sus empresarios y artesanos —especialmente en la comunidad de Santiago Acatlán— extraen, procesan y exportan en forma de lajas o figuras labradas a distintas partes del mundo, principalmente a Europa. En esa misma comunidad se elaboran obras de arte en yeso y resina, tanto decorativas como religiosas, cuya demanda se incrementa notablemente durante la temporada navideña.
Atracciones turísticas de Tepeaca
Niño Doctor
En Tepeaca, Puebla, la fe se hace tangible en la imagen del Santo Niño Doctor de los Enfermos, una figura profundamente venerada por miles de peregrinos y turistas de todas partes del mundo, quienes lo visitan durante el año entero. Su presencia cobra especial relevancia durante la Feria del Niño el 30 de abril, fecha en la que Tepeaca recibe a más de un millón de fieles.
Esta venerada imagen llegó al municipio en 1942, acompañando a la hermana Carmelita Barrios Báez, de la Congregación de las Hermanas Josefinas, al hospital local, donde se le atribuyeron diversos milagros. Desde entonces, y gracias al amor y la devoción de tepeaquenses y visitantes, el Niño Doctor cuenta con su propio santuario, que hoy se ha convertido en un símbolo de fe y esperanza para miles de personas.
Exconvento Franciscano de Tepeaca
El Exconvento Franciscano de Tepeaca es una joya arquitectónica y cultural del siglo XVI y un tesoro del estado de Puebla. Representa un valioso ejemplo de la arquitectura fortificada de aquella época. Construido bajo la dirección de Fray Juan de Rivas, no solo se diseñó con fines de evangelización, sino como refugio ante posibles rebeliones indígenas. Destacan en su estructura los muros almenados y los dos pasos de ronda que rodean el templo.
En su interior, el convento sorprende con cinco bóvedas góticas distintas, pilas bautismales de piedra talladas por artesanos indígenas y esculturas doradas que reflejan la profunda devoción religiosa del periodo virreinal. Además, alberga una pintura mural en el atrio que representa los Milagros de san Francisco, atribuida al artista Simón Pereyns.
Ir a este convento es adentrarse en una época fundamental del pasado, una visita que impulsa el turismo cultural en Tepeaca y en todo el estado de Puebla.
Casa de Cortés
Ubicada en el Centro Histórico de Tepeaca, la Casa de Cortés es uno de los inmuebles más emblemáticos del municipio y un vestigio del paso del conquistador por estas tierras. De arquitectura robusta y colonial, conserva elementos que validan su antigüedad: puertas de madera maciza, herrajes toscos, dinteles tallados y muros de piedra que transportan al visitante a los tiempos previos a la Conquista de México.
Actualmente, el inmueble está habilitado como museo y presenta información sobre la historia geológica, objetos prehispánicos y fotografías de la época revolucionaria. Visitar la Casa de Cortés es asomarse al pasado, caminar sobre la historia y descubrir episodios clave que marcaron el devenir de México desde Tepeaca.
Rollo de Tepeaca
En el corazón de Tepeaca se alza uno de los monumentos cívico-arquitectónicos más emblemáticos de la región: el Rollo, una torre octogonal única en su tipo, construida en 1559 e inspirada en la Torre del Oro de Sevilla. Esta imponente estructura, de estilo morisco y gótico, se edificó en ladrillo sobre una base de siete escalones, con ventanas gemelas de estilo islámico y una escalera de caracol que conduce a su parte superior.
El monumento tiene 17 metros de altura y 25 metros de ancho en su parte superior, donde se encuentra uno de los primeros relojes de América Latina.
El Rollo simboliza el poder virreinal y la justicia colonial. En él se leían las leyes reales, se comunicaban los edictos y obligaciones a los pueblos originarios, y se aplicaban castigos públicos a quienes incumplían las normas. Las argollas de hierro forjado, aún visibles en sus ocho lados, servían para sujetar a los condenados, quienes podían ser expuestos o azotados según la gravedad del delito. Este lugar también fue escenario de uno de los capítulos más oscuros de la época: la esclavitud indígena, legalizada bajo la premisa de que quienes eran capturados en guerra podían ser marcados con una “G” de “guerra”.
Visitar el Rollo de Tepeaca es una parada obligada para quienes desean conocer el alma de los poblanos a través de su historia, su arquitectura y su profundo legado cultural.
Casa de Cultura
La Ex Colecturía del Diezmo es uno de los inmuebles coloniales más visitados de Tepeaca. Construida en el siglo XVII, funcionaba como centro de acopio y administración del diezmo —un impuesto en especie entregado a la Iglesia—, recolectando productos como maíz, trigo y frijol provenientes de Tepeaca y comunidades cercanas.
De estilo románico, su arquitectura destaca por sus bóvedas de cañón corrido, arcos de medio punto, pilastras y contrafuertes, elementos similares a los del Exconvento Franciscano. El edificio se dispone en torno a un patio central y conserva trojes (almacenes) de gran capacidad, diseñadas con mínima ventilación para preservar mejor los granos.
Este espacio formó parte de una red ordenada por el rey Felipe II en 1552, destinada a guardar los productos recaudados por la Iglesia. Aunque no se conoce la fecha exacta de su construcción, existen registros de su funcionamiento desde 1602.
Hoy, la Ex Colecturía es un testimonio vivo del pasado agrícola y religioso de Tepeaca, y un sitio de visita imprescindible para quienes buscan conectar con el patrimonio colonial de Puebla.
Semblanza Julián Alfredo Velázquez Romero
Es originario de Tepeaca, Puebla, ingeniero geólogo de profesión, egresado del Instituto Politécnico Nacional y agricultor por herencia y vocación. Cuenta con una maestría en Evaluación por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) y una especialidad en Administración Agrícola por la Escuela de Medicina Veterinaria y Zootecnia de Puebla.
En su trayectoria profesional se ha desempeñado en la industria minera y en Petróleos Mexicanos. Durante 32 años fue catedrático en la Facultad de Ingeniería de la BUAP, donde actualmente se encuentra jubilado.
Durante dos décadas fue miembro activo del Club Rotario Tepeaca, espacio donde inició su camino en el trabajo social y altruista al servicio de la comunidad. También presidió el Consejo de Administración de la Cruz Roja, cargo que desempeñó durante casi cinco años.
Entre 2019 y 2021 dirigió el Sistema Operador de los Servicios de Agua Potable y Alcantarillado del Municipio de Tepeaca (SOSAPAT), y en 2023 asumió la Dirección General del Instituto Tecnológico de Tepeaca, con el compromiso de contribuir a la formación de nuevas generaciones.
A lo largo de su vida ha procurado actuar con integridad, honestidad y congruencia, y una clara vocación de servicio es evidente en cada etapa de su vida profesional y personal. Su trabajo ha sido siempre su voz y su forma de construir.
“Hoy, desde la presidencia municipal, servir es mi manera de honrar esos valores y construir un legado que trascienda en beneficio de nuestra gente. Estoy convencido de que, cuando el servicio se vive con pasión, se convierte en un propósito de vida, y es ahí donde realmente marcamos la diferencia.”
Créditos de redacción: Mayrín Espinosa Hernández
Créditos de fotografías: Roberto El Rojo DelgadoMu