Graciela Margarita de la Vega Michel

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Comunicadora de temas infantiles, fundadora del Trompo Mágico y asesora de museos

La voz que educó con amor a niños y niñas

“Un buen líder tiene la convicción de formar equipos brindando confianza, escucha activa, compromiso y motivación. Se prepara con constancia, trabaja con objetivos claros y se mantiene firme ante las dificultades.”

Por más de tres décadas, Graciela Margarita de la Vega Michel, mejor conocida como Chela de la Vega, ha sido una voz cercana, cálida y sabia que acompañó a varias generaciones de niñas y niños en Guadalajara en su descubrimiento del mundo a través de la radio, los museos y la imaginación. En este recorrido también fue madre, jefa de familia, creadora incansable y líder cultural que hoy, desde el corazón, inspira a nuevas generaciones de mujeres a ser valientes, sensibles y auténticas.
Impulsora de uno de los museos interactivos para niños más importantes que ha tenido México, reconoce que el éxito profesional es muy satisfactorio, pero nada se compara con la mejor tarea que le asignó la vida: la de ser mamá.
Egresada de la carrera de Ciencias de la Comunicación por el ITESO, Chela de la Vega ha sabido construir, amar, resistir y liderar con el corazón. Ha formado generaciones con dulzura y firmeza. Ha hecho malabares con sonrisas, y no ha dejado que el amor se le caiga de las manos.

La magia de hablar a la infancia
Desde joven, Chela supo que quería dedicar su vida a la infancia. Como productora y conductora de programas infantiles en la radio tapatía, encontró el canal perfecto para conectar con los niños a través de la imaginación, el juego y la cultura. Así comenzó una trayectoria de casi 35 años dedicada al entretenimiento educativo, la divulgación y el desarrollo de contenidos para la niñez.
En 2001, su voz salió del aire y ella se convirtió en “arquitecta” de uno de los proyectos más bellos para los niños de México: el museo interactivo Trompo Mágico, del Gobierno de Jalisco. Como fundadora y directora, Chela se sumergió en el mundo de la museografía para crear uno de los espacios culturales más reconocidos de América Latina. Ahí, el juego y el conocimiento científico se abrazaban en cada rincón, y los niños podían ser protagonistas de su propio aprendizaje.

Premios que honran una vocación
Su legado ha recibido gran reconocimiento: desde el premio nacional otorgado por la Cámara Nacional de la Industria de Radio y Televisión (CIRT), hasta el galardón al Mérito Museístico del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.
Pero más que los premios, a Chela la ha movido el deseo por dejar huella en las infancias, por levantar la voz por quienes no tienen voz, y por liderar desde la empatía. Para Chela, el liderazgo verdadero nace de la confianza. Cree en formar equipos desde el respeto y en dejar que cada persona brille con lo que mejor sabe hacer.

Mamá y líder: un acto de amor y malabarismo
Chela no solo educó a generaciones enteras; también fue madre de tiempo completo. La maternidad ha sido su mayor vocación, la más compleja y, a la vez, la más hermosa. “Es el regalo más maravilloso que una mujer puede recibir. No lo compartimos con el hombre, porque a nosotras nos corresponde maternar; a ellos paternar, pero son cosas muy diferentes”, afirma.
Durante años fue madre y padre para sus hijos. Debió rechazar trabajos, renunciar a oportunidades y ajustar su vida entera por estar presente. “Si fracaso como madre, no tiene sentido nada de lo que hago”. Esa frase, que escuchó una vez en un curso, marcó su camino. “Las mamás somos malabaristas, desarrollamos un montón de habilidades para no perder el control. Es un reto enorme. Si una pelota se cae, la levantas, y sigues malabareando con una sonrisa”, reflexiona entre carcajadas.

Mujeres que cambian el mundo
Para cuidar, primero hay que estar bien, dice Chela, y recomienda darse permiso de ser feliz. “Ponte en tu agenda como una de las personas más importantes a las que debes atender”, recomienda con firmeza.
Fiel a su vocación educativa, Chela admira profundamente a María Montessori, quien revolucionó la enseñanza, especialmente para niñas y niños con discapacidad intelectual, que antes eran totalmente relegados. También honra a las mujeres que han hecho historia desde el anonimato, como las Mujeres Buscadoras de México: “Nos están dando una lección. Del dolor sacaron fuerza. Nos recuerdan que el amor de una madre no se detiene, ni siquiera ante el miedo”.

Escribiendo nuevas historiasHoy, Chela de la Vega sigue más activa que nunca. Es asesora de proyectos museísticos, profesora de gestión Cultural en la Universidad de Guadalajara y guía de asociaciones civiles en temas de procuración de fondos. Además, ha comenzado una nueva etapa como autora de cuentos infantiles. Su amor de abuela la llevó a escribir historias para su nieto, y recientemente una editorial la invitó a escribir una trilogía bilingüe para el mercado de Estados Unidos y Canadá: Bebé ama a mamá/Baby Loves Mom.

Chela, superviviente de cáncer de mama, ve la vida con optimismo, y su trayectoria es un recordatorio de que educar es también una forma de amar.

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