
La plataforma llegó para transformar la manera de hacer turismo, pero hoy algunos piensan que crea problemas tan evidentes que ya es necesario regularlos, cuestionando así el ADN de una empresa cuyas intenciones parecían buenas.
Por Aldo Jaén González.
Recientemente, la plataforma que promueve e impulsa el hospedaje en varias partes del mundo se puso en el ojo del huracán, porque ha comenzado a cuestionarse su forma de operar y la regulación que debería existir —o no— para fomentar una competencia sana entre el sector hotelero y esta herramienta, una de las favoritas de trotamundos y nómadas digitales.
Por cierto, estos últimos han sido grandes aliados en el crecimiento del modelo de negocio de la plataforma, pero también —a raíz del crecimiento de este sector— han representado uno de sus principales retos, llevando a Airbnb a modificar su oferta e, incluso, a enfrentar situaciones críticas.
Desde sus comienzos, el gran enemigo de Airbnb ha sido la industria hotelera. En cualquier país, en esta industria se hallan sus detractores más feroces, quienes en gran medida han impulsado medidas y reglas para que el mercado sea equitativo y la competencia sea justa y sana, preservando los empleos que una plataforma no genera, pero un hotel sí.
¿Causante de turismo desbordado?
En Europa, en ciudades como Barcelona, Berlín, Roma o París, las plataformas de hospedaje, y en especial Airbnb, están particularmente estigmatizadas. No solo afectan económicamente a los hoteles locales, sino que merman la calidad de vida de los ciudadanos. Al ser promotora de la gentrificación, un fenómeno cada vez más común en las grandes urbes de todo el mundo, Airbnb eleva las rentas en zonas específicas, creando burbujas turísticas donde los ciudadanos comunes no pueden vivir, y tampoco mantener un negocio. Así, el acceso a estos espacios queda limitado para ellos al rol de consumidores, o empleados al servicio de los turistas.
Muchas personas han debido abandonar sus hogares cuando la burbuja las alcanza, buscando zonas más económicas para vivir y emprendiendo fuera de estos espacios, que ahora se llenan de comercios destinados casi exclusivamente a satisfacer las necesidades de residentes temporales que, además, alargan cada vez más sus estadías, perpetuando esta dinámica, que se contagia a más áreas con el tiempo.
El desbordamiento del turismo en estos lugares ha generado otro efecto más complejo: el descontento de las personas, que lamentablemente empieza a extenderse hacia cualquier tipo de turismo. Este comportamiento confrontativo, que se observa con frecuencia cada vez mayor entre españoles, alemanes, italianos y franceses, también comienza a presentarse en la Ciudad de México, donde —a pesar de la conocida hospitalidad— la incomodidad ante el cambio es significativa.
CDMX, el primer reto de Airbnb en AL
Hasta ahora, la historia de Airbnb en América Latina ha sido de éxito y crecimiento. De hecho, al reportar sus ganancias en 2023, además de destacar que ha sido el año más rentable desde su fundación, la plataforma reconoció la gran importancia que han tenido países como México, Brasil, Ecuador y Perú para su éxito.
Junto a la región Asia-Pacífico, América Latina es uno de los puntos donde Airbnb ha despertado gran interés en viajeros provenientes de Europa, Estados Unidos, Canadá y Australia. Sin embargo, no todo es perfecto, y aunque en muchos lugares se le recibió con los brazos abiertos, las relaciones comienzan a cambiar, urgidas por la necesidad de normas y regulaciones para proteger a los ciudadanos.
Este es el caso de la Ciudad de México, una urbe que en su momento incluso otorgó facilidades para convertirse en la tierra prometida de los nómadas digitales. Esta parecía ser una gran oportunidad económica para los residentes, los negocios locales y, en general, para la capital mexicana. Sin embargo, con el tiempo se demostró que esta perspectiva estaba errada y que los beneficios no llegaron como se suponía.
En septiembre de 2024, el Congreso de la Ciudad de México oficializó una serie de medidas que representan limitaciones para Airbnb, entre las que destaca que, de ahora en adelante, un inmueble registrado en plataformas digitales de alojamiento como Airbnb solo podrá rentarse por seis meses al año.
Esto tiene como propósito mitigar los efectos de la gentrificación y la competencia desleal que estas plataformas han representado para pequeños y medianos hoteles que ofrecen sus servicios al turismo nacional e internacional, según detalla el dictamen.
La iniciativa aprobada especifica que no se renovará el registro a los inmuebles que hayan tenido ocupación en más de 50% de las noches del año. Sin embargo, se establece que aquellos que no puedan renovar su registro o que incumplan con lo establecido podrán registrarse nuevamente después de un año de la negativa.
Esta resolución ha generado múltiples comentarios, desde quienes aplauden las decisiones del gobierno de la capital hasta quienes critican la severidad de la regulación, señalando que en realidad no regula absolutamente nada y abre la puerta al mercado negro del hospedaje turístico en la CDMX.
Las medidas anunciadas en septiembre se suman a las puestas en marcha en marzo de este año, que establecieron el padrón de anfitriones que la Secretaría de Turismo local hoy administra, con la finalidad de ejercer mayor control sobre el comportamiento de las rentas en alcaldías como Benito Juárez, Miguel Hidalgo y Cuauhtémoc.
Por supuesto, Airbnb no ha agachado la cabeza y aceptado las nuevas medidas sin más. Como ha hecho cada vez que un gobierno intenta controlarla, ha señalado los efectos nocivos de estas regulaciones, argumentando que las limitaciones harán que los precios de las rentas continúen subiendo y que tanto locales como extranjeros encuentren cada vez más difícil costearlas, como ha ocurrido en ciudades como Nueva York, donde el precio de la vivienda es prácticamente inalcanzable.
Será interesante observar cómo le va a Airbnb en México, y qué otros países, especialmente de América Latina, se unirán al grupo de quienes han modificado sus leyes para regular el comportamiento que la plataforma parece promover entre quienes la utilizan.
ENTRESACADOS:
- La gentrificación y el aumento de las rentas son solo algunos de los problemas que Airbnb enfrenta en ciudades icónicas del turismo mundial.
- La Ciudad de México, una de las grandes aliadas de Airbnb en América Latina, ahora regula su actividad, buscando un balance entre oportunidades y calidad de vida.
- Para algunos, Airbnb representa la democratización del turismo; para otros, una amenaza a la sostenibilidad urbana.