Paco Quevedo

La Evolución de un Tiburón

Cuando niño, Paco Quevedo creció entre las actividades más rudas en la zona comercial de Medrano, en Guadalajara. Hoy lidera con éxito un prestigioso despacho en la exclusiva colonia Providencia.

Por Pablo Latapí, Fotos José Topete

Paco, muchas gracias por recibirnos. Es un gusto estar aquí contigo, un gran amigo y una figura que inspira en la Gran Guadalajara. Hoy charlamos con el Tiburón Tapatío. ¡Gracias por abrirnos las puertas de estas maravillosas oficinas en Providencia!
No, al contrario, Pablo. Es un honor que me visites. Aunque esa presentación que me haces me parece un poco demasiado alta, ¡te agradezco enormemente!

Mi propósito es ayudar. Aprendí a superar muchas caídas, y sé que esas lecciones pueden evitarse con la guía adecuada. Me gusta apoyar a emprendedores, especialmente cuando están comenzando. Para mí no se trata de cobrar, sino de verlos cumplir sus sueños.

Paco, para quienes aún no te conocen ¿quién es el Tiburón Tapatío?
Bueno, el Tiburón Tapatío es un empresario de 42 años que decidió romper paradigmas. Me di cuenta de que muchos crecemos con pensamientos limitantes, y yo trabajé para cambiar eso, construyendo una nueva forma de hacer negocios. Me considero disciplinado y aguerrido, con una visión clara: trascender a través de lo que hago. Vivimos en una sociedad que, lamentablemente, puede ser muy elitista. Muchas veces depende de cómo te vean para que te den una oportunidad. Pero yo opté por superarlo y motivarme para crear mi propio camino.

La metáfora del tiburón es poderosa, pero ¿por qué te identificas con un tiburón?
Me identifico con el tiburón blanco, porque es un depredador que actúa para sobrevivir, no ataca sin sentido. Tiene habilidades extraordinarias, como una intuición afinada y un sistema extrasensorial que le permite detectar pequeñas señales en su entorno. En los negocios sucede algo similar: necesitamos estar alerta, preparados y nunca detenernos.
El tiburón nunca duerme; cuando descansa, solo la mitad de su cerebro reposa, mientras el resto está alerta. Un tiburón no puede dejar de nadar, de moverse; si lo hace, deja de respirar, se hunde y muere. Lo mismo pasa en este mundo: si te detienes, dejas de avanzar. La gente empezó a llamarme Tiburón tras el programa de televisión Shark Tank. Me decían: “Tú eres uno de ellos, un auténtico tiburón”, y aunque al principio no me la creía, hoy sé que esas características en verdad me representan. Se trata de aceptar lo que eres, pero siempre con humildad. Me la creí.

Vamos a los orígenes, Paco. ¿De dónde vienes y cómo te formaste?
Soy de Guadalajara. Crecí en el barrio de Medrano, una zona comercial muy conocida. Aunque estoy agradecido por mis raíces, también supe desde joven que no quería seguir ciertos caminos que veía alrededor: drogadicción, robos, violencia. Yo quería algo distinto. Los amigos y los vecinos me invitaban a ser como ellos, gente ruda, pero lo rechacé siempre, y tuve que aceptar bromas, a veces muy fuertes, e incluso empujones y algunos golpes, pero yo quería otra cosa, algo mejor. Eso me motivó a buscar algo más grande.
Crecí con mi abuelo, quien era herrero y comerciante. A los 6 años ya trabajaba con él vendiendo fichas para máquinas de videojuegos. Después abrió su propia herrería y me convertí en su aprendiz más entusiasta. Cuando él falleció, yo tenía 11 años y continué trabajando en la herrería familiar con mis tíos, a quienes veía como hermanos. A los 15 años ya era herrero oficial, pero seguía queriendo aprender más, y busqué formas distintas de hacer las cosas trabajando para otras herrerías. Después probé diferentes empleos: desde vender papelería con personajes infantiles de moda en tianguis hasta administrar una pizzería que pude comprar a los 17 años. Soy egresado de escuelas públicas, primaria y secundaria. Nunca dejé de estudiar, y siempre busqué oportunidades para crecer.

¿Cuándo empezó tu carrera como empresario?
Estudié Contabilidad, y la transición llegó precisamente tras graduarme. Comencé trabajando en pequeñas empresas, escalando posiciones y aprendiendo en cada oportunidad. La clave fue nunca conformarme. Trabajé en una empresa de pantalones en el área de contabilidad, después en fiscal, y finalmente en auditoria, siempre aprendiendo de todo, sumando conocimientos. A los 27 años, tras recibir un proyecto importante de un cliente artístico, gané mi primer millón. Ese momento marcó un antes y un después: decidí invertir en mi imagen, me compré un BMW rojo, dos trajes muy buenos, y lancé mi propio despacho. Desde entonces, he diversificado mis negocios en veinticinco segmentos, pero mi especialidad sigue siendo el ámbito fiscal.

Paco, ¿entiendes hoy tu propósito en la vida?
Mi propósito es ayudar. Aprendí a superar muchas caídas, y sé que esas lecciones pueden evitarse con la guía adecuada. Me gusta apoyar a emprendedores, especialmente cuando están comenzando. Para mí no se trata de cobrar, sino de verlos cumplir sus sueños. Tal vez esa sea mi misión: transmitir que todo es posible con esfuerzo y dedicación.

Has mencionado sacrificios. ¿Cuál ha sido la parte más difícil de tu camino?
Enfrentar los miedos y aprender a convivir con ellos. Para prepararme hice muchos sacrificios: tengo seis maestrías, un doctorado, nueve especialidades y más de cien diplomados. Mucha gente me pregunta por qué estudio tanto, y la respuesta es sencilla: la preparación te da herramientas para aprovechar las oportunidades. Lo que algunos llaman suerte es, en realidad, la conjunción de conocimiento y oportunidad.

¿Y cuál ha sido la mayor lección de vida que has recibido?
En 2020 sufrí un ataque al corazón debido a la intensa actividad, el estrés y la carga de trabajo. Ese episodio me hizo reflexionar sobre la importancia de disfrutar lo que hacemos. Recuerdo que cuando me llevaban grave al hospital hablé con mi hija y me hice el fuerte, le dije que todo estaba bien y que le encargaba mucho a su hermano. Al colgar sentí que no la iba a librar, me desvanecí y no supe nada hasta que, días después, desperté en el hospital. Yo era muy joven para sufrir un ataque al corazón. Aprendí que la vida no se trata solo de acumular logros, sino de compartir y trascender ayudando a otros.

Hoy, ¿qué es lo más satisfactorio para ti?
Las relaciones humanas. Ser bien recibido a donde voy y escuchar a la gente pedir consejos me llena de alegría. Saber que inspiro a otros a crecer es lo más valioso para mí.

Finalmente, ¿qué sigue para Paco Quevedo?
Continuar ayudando a los emprendedores a cumplir sus sueños. Estoy preparándome para dar conferencias y llevar mi mensaje a más personas. Si puedo contribuir a cambiar vidas, aunque sea de uno en uno, estoy cumpliendo mi propósito.

Paco, ha sido un placer charlar contigo. ¿Nos dejarías una reflexión para cerrar?
Claro. Siempre busquen el “cómo sí”, con responsabilidad y compromiso. Nunca dejen que los límites de otros definan los suyos. Y recuerden: para nadar con tiburones, hay que saber cuándo salir del estanque.

¡Gracias, Paco! Eres un gran ejemplo. Hasta la próxima.

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